Princesa Zelda...
Desde que nací supe que mi destino iba a ser importante para
Hyrule. Recuerdo que eso fue lo primero que pensé cuando tuve
razonamiento. Cuando murió mi madre yo tenía seis meses. Mi padre decidió entonces
buscar a alguien que cuidara de mí y me educara como habría hecho mi madre.
Buscó por todo Hyrule la candidata ideal, y ya se iba a dar por vencido cuando se
encontró con Impa. Impa siempre estuvo a mi lado y sólo recuerdo haberme enfadado
una vez con ella cuando tenía yo tres años y ella me explicó que no era mi madre. Creo
que me enfadé porque no quería aceptarlo, pero luego las dos pensamos una manera de que
yo no me sintiera tan sola, y llegamos a la conclusión de que la consideraría mi hermana
mayor. Eso me ayudó mucho. Y aún hoy
la considero mi hermana mayor. Mi lección más importante fue la que aprendí un día que
iba paseando por la pradera y me puse a jugar con una niña huérfana, que era deforme y
pobre i iba vestida con harapos. Me imagino cómo debía de ser la imagen que dábamos:
Yo, una niña rica, bien vestida, según todos muy
mona jugando con aquella otra chica (que nunca me quiso decir su nombre y nunca más la
volví a encontrar) que era justo lo contrario que yo, en cuanto al físico.
Aquel día aprendí que no hay que fijarse en las apariencias. También recuerdo
que iba acompañada de otro chaval de mi edad, miembro de la corte, muy guapo y lleno de
joyas que era también todo lo contrario a la chica, pero no solo físicamente, sino que
interiormente. No me caía muy bien, y desde ese día no le he vuelto a hablar, ni
siquiera hace tres semanas cuando vino a pedir mi mano. El caso es que no le volví a
hablar porque me acuerdo que me peleé con él porque quería inventarse un juego a costa
de la chiquilla.
El juego se llamaba "Quemar a la bruja" y consistía en pegar a la pobre
muchacha por el simple hecho de que era una bruja según él. Al final acabamos
pegándonos él y yo, y la chica huyó y nunca más la vi. Impa tuvo que separarnos, y
cada uno de nosotros se llevó una bronca ejemplar, aunque yo no me arrepentía de haber
hecho lo que hice. Tres años más tarde conocí a Link, mi mejor amigo
u otra cosa
según las malas lenguas, pero no me gusta ese tema, así que lo voy a dejar. El caso es
que nos hicimos muy amigos, incluso durante los siete años que pasamos separados. Lo que
más me sorprendió de él fue que lo primero que hizo después de volver a su infancia
tras ganar a Ganondorf fue que vino a verme. Me quedé maravillada, y desde aquel día nos
veíamos cada día.
Incluso había noches que dormíamos juntos, en mi castillo o en Kokiri Forest.
Mido no aprobaba que Link me llevara allí porque yo no era kokiri
pero Link
tampoco. El caso es que yo me hice amiga de todos los kokiris. Pero llegó un día en el
que Link y yo llegamos a la conclusión de que Link ya no podía quedarse más tiempo en
Kokiri Forest, porque estaba llegando a su adolescencia, así que vino a vivir al palacio.
Los años han pasado hasta hoy, que lo tengo al lado mirando por encima de mi hombro lo
que escribo, él tan curioso como siempre.
Bueno, querido diario, he acabado con mi historia. Que descanses.
Buenas noches;
Link...
Supongo que tengo que escribir mis memorias, porque alguna vez cada persona debería
hacerlo. Bueno, mi vida comienza un ocho de marzo, hace unos dieciocho años. Me sacaron
de mi cuna muy pronto, para huir de la guerra. Mi padre era militar, y murió en el
frente. Mi madre, al saber la noticia se entristeció muchísimo, y dejó de ser la misma
que era antes. Además, dos semanas más tarde nací yo, así que es de suponer que no
llegué a conocer a mi padre.
De hecho, ni a mi madre. Un día que el ejército enemigo había tomado nuestro
pueblo, y quemado todas las casas mi madre huyó, pero cuando salía de casa le hirió una
flecha. De todas maneras, se fue corriendo, y consiguió escaparse escondida en un carro
de paja. Llegó hasta el bosque, donde fue a ver al Árbol Deku y le pidió que me criara
como si fuera un kokiri.
Dos días más tarde mi madre moría y el árbol Deku me mantuvo alejado de los
kokiris hasta que crecí lo suficiente. Los primeros cinco años de mi vida me criaron las
hadas. Luego, me proporcionaron una cabaña y ropa kokiri. Incluso me presentaron a Saria.
Sin embargo, por ser hylian yo no tenía derecho a tener un hada, y por eso se me
marginó, a parte de que Mido estaba celoso de mí, porque yo era el mejor amigo de Saria.
Saria
¿Qué puedo decir de ella? Siempre estuvo a mi lado, hasta en los momentos
más difíciles.
Es la más respetada, incluso la respetan más que a Mido. Claro que Mido no se
hace respetar demasiado...
Un día me despertó Navi, mi nueva hada. Fue la mañana más feliz de mi vida. Fui a ver
al árbol Deku, y luego a Zelda, con quien trazamos un plan para salvar Hyrule.
Conseguimos hacerlo, pero no habría salido igual sin la ayuda de algunos de mis amigos,
como Malon, Saria, Ruto, Darunia y Zelda, por supuesto. Ruto
Ella fue la primera
chica que se me declaró. Quizá la subestimé por ello y pensé que valía menos de lo
que vale, pero luego, cuando crecí me di cuenta de que era una persona muy valiosa. Muy
agradable también es Malon. Malon fue otra buena amiga.Siempre pude contar con ella para lo que fuera. Incluso debo admitir
que fue mi primer amor. No sé si me correspondía o no, pero yo estaba muy enamorado de
ella. Me encantaba su pelo (bueno me encanta) y sus ojos. Y su personalidad. Además, de
aquella Zelda pasaba mucho de mí, no como ahora, que las cosas
bueno, volvamos a lo
que nos interesa. Lo de Zelda no os incumbe. Además que no hay nada que explicar. En
serio
bueno
eso
ya está, no importa. Mi adolescencia la pasé en el
castillo de Hyrule, porque mis compañeros kokiris no habrían entendido
mi crecimiento, y porque no me gustaba el ambiente que había por allí a mis 12
años
Mido mandaba demasiado, y eso que yo le sacaba la cabeza.
Hoy, a mis dieciocho años escribo mis memorias, supongo que a lo mejor algún día salen
de Hyrule y alguien las lee
y si no, como mínimo he pasado un buen rato
y he
hecho rabiar a Zelda, que quiere que le enseñe lo que escribo. Mejor paro, porque me
está amenazando con hacerme cosquillas toda la noche, y las consecuencias pueden ser
fatales
Buenas noches, diario.
Ganon...
¿Qué? ¿Qué escriba mis memorias? ¿Y a quien le importan?
Bueno, está bien
Pero conste que lo hago porque no tengo nada mejor que hacer aquí
en el Evil Realm
Mi madre era una bella Gerudo a la cual nunca pude conocer por
estrictas normas de mi gente, y mi padre era un poderoso extranjero del reino de Siddartha
llamado Gandarf, nombre que se parece al mío. Me criaron mis tías, Koume y Kotake en el
templo del desierto. Cuando yo tenía 5 años llegó una jovencita Gerudo llamada Nabooru.
Nunca nos hemos llevado muy bien, que digamos, y ahora aún menos. Es una descastada,
nunca quiso a su raza
o a mí. Se suponía que ella tenía que ser la reina, pero
cuando yo cumplí los 25 años y ella los 20 llegamos a un mutuo acuerdo. Como no nos
gustábamos y yo no quería
renunciar al poder, le ayudé a escapar. Luego no supe nada más de ella hasta que volvió
a aparecer por el Templo del Espíritu. Pero mis tías la rechazaron, así que tuvo que
vivir en la parte pobre del templo.
Pero son mis memorias, no las suyas, así que voy a hablar de mí. Los siguientes 5 años
de mi vida los pasé ideando un plan para conquistar Hyrule. Mientras tanto, contraje
matrimonio con una Hylian llamada Seryka. Al nacer mi hija menor, Meshda, murió mi mujer.
Todo era perfecto, salvo esa entrometida de Zelda y su fiel perrito faldero Link. El plan
consistía en jurar lealtad al padre de Zelda a cambio de un lugar en la corte. Entonces,
yo tenía que organizar una fiesta, y como mandaba la costumbre, el rey debía marcharse
el último, oportunidad que utilizaría yo para matarle. Todo salió según lo pensado y
el padre de Zelda murió en mis brazos.
Pero la mocosa había escapado,y con ella la ocarina del tiempo. Perseguí su
caballo hasta que me encontré con Link. Él me entretuvo y ella escapó. Tuve que esperar
7 años para que la mocosa volviera a aparecer. Al temer la presencia de Link con los seis
medallones acompañado de Zelda decidí mandar a mis hijos al castillo de mi padre, muy
anciano ya. Mi hijo Midgard tenía ya 18 años, y mi hija Meshda 17. Se criaron con mi
padre, y nunca los volví a ver hasta que me encerraron en mi actual mazmorra. Un año
más tarde Zerda (digo, Zelda) encerró también a mis hijos, quienes planeaban mi
venganza. Pero debe de haber un gene en mi familia que nos obliga a perder, ya que mis
hijos también fracasaron. Mis memorias acaban aquí,pero si sirve de predicción para el
futuro
volveré. Cada día recuper más energía, y falta menos para que pueda
romper el sello
Aquí acaban mis memorias. Adiós y hasta nunca.
|