leyendup.gif (19893 bytes)

busqueda_bto.gif (1200 bytes)

o







EL OCTAVO SABIO
por Dark Princess Zelda

Hacía ya 8 meses que no había parado de nevar en Hyrule. Las tierras no habían podido ser cultivadas, y el ganado escaseaba. La gente comenzaba a tener hambre, y la desgracia ser cernía por cada rincón. El volcán se había helado, al igual que el dominio Zora y el lago Hylia. El agua escaseaba y todo se venía abajo. En el desierto había tormentas de nieve mezcladas con arena húmeda, y en el bosque los árboles ya no daban frutos ni flores. Las hojas hacía meses que habían desaparecido, y las criaturas del bosque se habían esfumado. Aquel día, Link salió de su casa. Nada más poner el pié en el exterior notó como el frío invadía todo su cuerpo, desde la punta de sus dedos a sus pestañas. Tocó la ocarina y Epona apareció, pero no como era habitual. Mientras Link observaba como el animal caminaba triste y lentamente hacía él, podía recordar a su compañera, cuando tenía el nervio a flor de piel y nunca paraba de trotar. Cuando el animal se detuvo, Link trepó a su lomo, antes de un color rojizo, ahora cubierto por una manta de piel corroída por el tiempo y las heladas. Abandonó su hogar y se dirigió a ver a Zelda. El día anterior, Link había recibido una carta suya, en la cual decía:

"Querido Link:

El asunto de la nieve nos está afectando desde Septiembre. Debemos detenerlo. Hoy he tenido una visión, y confío en que sea una de mis profecías, pues el pueblo tiene hambre y debemos solventar el problema. Espero verte aquí mañana, a las diez. Un abrazo:

Zelda"

De camino al palacio no se veía ni un alma. Todo estaba desierto. Ni siquiera los pájaros habían abandonado sus nidos para buscar comida. Nada ni nadie tenía fuerzas para moverse, y apenas se veía mercaderes vendiendo tomates verdes o pollos raquíticos. Link metió a Epona en su cobertizo. Luego, se tapó con una capa y se dirigió a la entrada del palacio. Una vez dentro, se encontró con Impa que le aguardaba impacientemente.

- Link, Zelda ha caído enferma. Con ella ya van 70, y no conocemos el remedio. Será mejor que olvides lo que quiera que te haya dicho y te vayas a casa… Es mejor no ponerte en contacto con ella… podría ser contagioso.

- No importa. Debo verla. Sé que es de suma importancia, y creo que ella sabe como curar la enfermedad.

- No, no debes. Link, vete a casa… el destino de Zelda al igual que el de otros muchos habitantes es enormemente oscuro… no creo que a ella le gustara verte a ti también involucrado en él.

- Me da igual. Quiero verla. Tengo que verla.- Link forcejeó un poco con Impa y subió corriendo las escaleras. Abrió la puerta de los aposentos de Zelda y entró. La mano de Impa no llegó a tiempo para detenerle, y Link consiguió entrar.

Zelda estaba tumbada en su cama, con un aspecto fantasmal. Tenía un tono pálido y sus rojos labios ahora eran de color azul. Estaba mirando al exterior por su ventana, y Link pudo ver como una lagrima resbalaba por su mejilla. Carraspeó un poco, y ella desvió su atención de la ventana. Sobresaltada, pasó su mano por la mejilla e intentó disimular sus lágrimas. Link se acercó y se sentó en la cama a su lado.

- Link, esto no va a parar… El pueblo caerá enfermo, igual que lo estoy yo ahora, y moriremos todos.

- No digas eso, ya verás como te vas a poner bien…

- No, esta vez no va a ser posible… a no ser que…

- ¿A no ser que…?

- Nada, olvídalo. Morirías en el intento.

- A no ser que…

- … La visión que he tenido… la he confirmado en un libro de la biblioteca… cuentan las leyendas que… cof cof…

- Vamos, Zelda, tienes que conseguirlo… dime…

- Hay un octavo sabio… de carácter irritable… que vive… al Norte de Hyrule… más allá de la montaña de la Muerte… Él sabe la cura a nuestra enfermedad… y tal vez… pueda…des…descongelar nuestro país…- en ese mismo instante Zelda se desmayó. Link pudo notar como su mano dejaba de hacer fuerza contra la suya.

- No temas… Yo os salvaré a todos…

Link salió de su habitación con la mirada distraída. Andaba con paso firme hacia la puerta de palacio. La cerró tras de sí y montó a su yegua. Fijó su mirada en el cráter (ahora totalmente cubierto de nieve) y se dispuso a ir en esa dirección. Ya estaba casi en la entrada a Kakariko cuando escuchó un silbido tras de sí. Se dio la vuelta y vio a Malon montada sobre un precioso caballo blanco llamado Alhiyad.

- ¿Adónde crees que vas? ¿A salvar Hyrule? ¿Tú solo?

- Vuelve a casa. Es peligroso.

- ¡Ja! Ni loca voy a permitir que te salgas con la tuya. O vas conmigo, o no vas.

- Malon, hablo en serio… Puede que sea peligroso…

Malon hizo que Alhiyad adelantara un par de pasos y se situara al lado de Epona. Luego, miró fijamente a Link y le dijo.

- Yo quiero ir. Ya soy mayorcita como para decidir lo que quiero hacer, y no pienso obedecerte. O me dejas acompañarte o iré por mi cuenta. Ese octavo sabio puede ser peligroso…

- ¿Cómo sabías lo del…?

- ¿Lo del octavo sabio? ¡Ja! Muy sencillo. Al igual que Zelda, yo también quería encontrar el modo de salvar Hyrule. Y me encontré con ella justo el día en el que ella estaba mirando ese libro. Cuando le empezó a doler la cabeza y a sentir frío, se despidió de mí y se fue a sus aposentos. Luego, yo cogí el mismo libro que ella estaba leyendo y lo observé detenidamente. Por cierto… ¿Cómo está?

- Está… Está enferma. Muy enferma. Quiero salvarla, antes de que sea demasiado tarde. Está bien, acompáñame. Pero te lo advierto… si sufrimos algún ataque, deberás volver, ¿de acuerdo?

- Vale… está bien… que se le va a hacer, ¿no?

Link y Malon se dirigían hacia la montaña de la Muerte. Una vez estuvieron arriba pudieron contemplar el horrible decorado de su país. Todo era blanco. Pero peor era allí arriba. Los Goron se habían quedado en las posiciones que tenían. Los había que estaban tomando el café, otros jugando… pero los peores eran los pocos que eran conscientes del peligro y que habían comenzado a huir. Se podía ver el miedo en sus caras, en su movimiento congelado, en sus gritos detenidos en el tiempo. Era desolador. Comenzaron el duro descenso por la ladera inexplorada de la montaña. Casi nadie se había atrevido a descenderla y nadie había vuelto para contarlo. A medida que bajaban, el territorio iba cambiando. Abajo del todo, en vez de nieve había hielo, que tomaba distintos colores según como le daba la luz. Era muy hermoso. Siguieron avanzando, hasta que llegaron a un enorme palacio de hielo, alrededor del cual volaban cientos de copos de nieve, danzando al son de un arremolinado viento. Entraron al palacio, dejando fuera a sus caballos, y siguieron avanzando por el pasillo principal, hasta una estancia que era el salón principal. Todo era de hielo, y se notaba un frío ártico. Sentada en un trono se veía una figura cubierta por una capa blanca, que apenas se distinguía del fondo. Link detuvo a Malon, y siguió adelante el solo. A medida que se acercaba podía ir definiendo el rostro de la figura. Era una bella muchacha de piel casi blanca, pelo muy negro y ojos de un color azul casi violeta. Sus labios eran morados, al igual que el color de sus mejillas. Los tonos de aquel ser le recordaron a Zelda, en el momento en el que una lágrima resbalaba por su mejilla.

- Adelante, extranjero.

- ¿Quién eres?

- Mi nombre es Sherpa. Soy la sabia de la nieve y de los hielos. Y tú debes de ser Link, ¿no es así?

- ¿Cómo sabes mi nombre?

- ¿Olvidas que soy una sabia? Yo poseo el poder de ver lo que ha pasado, lo que está pasando y lo que pasará, además de poder provocar tormentas y huracanes, o incluso avalanchas a mi voluntad. Has venido para liberar a tu pueblo de mi sortilegio, ¿no es así? Claro que otra razón, tal vez mucho más importante para ti, es salvar a tu princesa, ¿me equivoco?- Una sonrisa diabólica se dibujó en sus congelados labios.

- Vaya, eres buena… Pero me gustaría saber una cosa…

- Yo nunca respondo a nada.

- Pues entonces debo decir que eres una mala sabia, pues deberías saberlo todo.

- Vaya… Eres inteligente, muchacho. Está bien, responderé a tu pregunta. He congelado tu país porque hace tiempo veneraban a los 7 elementos: Fuego, bosque, agua, desierto, sobra, luz y nieve. Sin embargo, hubo una guerra, en la cual le pidieron a mi elemento que congelara a sus enemigos. Yo no creí que esa fuera la mejor manera de vencer, y, siendo tan tozuda como soy, no quise malgastar fuerzas. Todos los demás sabios, en cambio, apoyaron las súplicas, y tuvieron la gran suerte de vencer. Ya sé lo que estás pensando… Tendría que haberlo visto… Y lo vi. Yo solo hice lo mejor para mi pueblo, pues si hubiera participado yo, los enemigos habrían ganado fortaleza, ya que habrían utilizado mi elemento para protegerse. Pero el pueblo es ignorante, y no quisieron escucharme. Así que dejaron de venerarme, y enfurecida, prometí que dentro de 500 años, mi venganza acabaría con ellos; y que solo sobrevivirían los elegidos. Y el único elegido eres tú. Nadie más sobrevivirá. Luego, por donde pises tú, volverá a florecer todo, y nuevos seres habitarán la Tierra, ofreciéndome sacrificios, o rezándome y construyéndome templos.

- Y… ¿No hay manera de hacerte cambiar de opinión?

- Claro que la hay. Si el elegido se ofrece como sacrificio, el resto del pueblo sobrevivirá, y la nieve desaparecerá para siempre.

Link se planteó un instante las palabras de la malvada sabia. Si el se quedaba allí, su pueblo sobreviviría… Pero… ¿Cómo podía estar seguro de que la sabia cumpliría su palabra? En ese instante recordó a Malon.

- ¿Y bien?- preguntó Sherpa- ¿Ya te has decidido?

- Me ofreceré como sacrificio… solo después de que hayas descongelado mi país.

- ¡Ja! Así que yo descongelo tu país, tú te vas a comprobarlo y entonces… ¡Ya no vuelves nunca! ¡Ja! ¿De verdad crees que soy tan fácil de engañar?

- Por supuesto que no. Pero mi amiga puede hacer el viaje. Irá hasta mi país, verá a los enfermos y regresará para contarnos que han sanado y que la hierba vuelve a florecer.

- Está bien. Deja tus armas a mis pies y colócate en esa pared.

Link obedeció, y al instante unas cadenas atraparon sus brazos y piernas. Malon inició su viaje, y Link se quedó esperando. Las horas pasaban lentamente. Sherpa se entretenía haciendo dibujos con hielo, esculturas de nieve y canciones con el viento. Lo único que se escuchaba era el silencio. De repente, un portazo sonó rompiendo con la monotonía de los segundos pasando sin parar ante ellos y Malon apareció. Se acercó con lágrimas en los ojos a Link, y asintió. La sabia había cumplido su promesa, así que a él le tocaba su parte del trato. Sherpa apartó a Malón a un lado y se aproximó a Link. Le miró a los ojos y le besó. Malon la miraba extrañada, hasta que se dio cuenta de que Sherpa no lo estaba besando, sino que le estaba absorbiendo la vida. Aterrada veía como los años pasaban rápidamente para Link, primero convirtiéndose en un hombre maduro, y poco a poco aumentando de edad. Sintió una rabia enorme, y al instante divisó la espada de Link. Corrió hacia ella, la empuñó y se la clavó a Sherpa en la espalda. Ésta gritó, haciendo que se desmoronara su palacio. Una luz azul salió del cuerpo de Sherpa y se introdujo en Link, devolviéndole a su juventud. Malon le ayudó a incorporarse y los dos juntos partieron hacia Hyrule de nuevo, para seguir con sus vidas normales… hasta la próxima vez.

-x- Dark Princess Zelda -x-