Hola Zelda. ¿Lista para nuestra comida en el lago?
No. Eh
¡Me muero de ganas de comer contigo!
Link, pareces una
vaca.. ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh!- Link se paseaba en el pasillo esperando a Zelda.
-¿Llegará de una vez? ¿Cómo puedo estar tan nervioso? ¿Qué me pasa? ¡Tranquilidad!
Tienes que tranquilizarte porque ella estará tranquila
¡IMPAAAA! Impa, no se lo
puedo decir. ¿¡¿ Cómo quieres que le diga que he visto a Ganondorf en mis sueños?!?
Se lo va a tomar como una profecía. ¿Y si es una profecía? ¡No había pensado que
podría ser una profecía! Tranquilízate, Zelda. No se lo digas hoy. Díselo mañana, o
cuando acabes de comer
Ya verás como solo es un sueño
Sí, ya, como aquel de
que una figurita verde seguida de un hada iba a salvar Hyrule, ¿¿¿no? Bueno
no
sé. ¡¡Pero yo de ti iría a, o se va a ir sin ti!! Al fin Zelda salió de su
habitación, y los dos amigos se decidieron a salir a dar una vuelta andando hacia el
lago.
Pero, por el camino, Link pisó algo metálico, y cuando bajó la mirada, observó
que era un espejo. Lo tomó entre sus manos y lo observó detenidamente. Al instante,
sintió como si algo en su interior cambiase, como si le diera un vuelco el corazón.
Extrañado, lo volvió a mirar, y reflejada vio a una hermosa muchacha, que podría haber
sido de origen Gerudo, ya que tenía los cabellos naranjas como el sol cuando desaparece y
la piel morena como la tierra. Pero ésta tenía algo distinto
A parte de unos
hermosísimos ojos azules.
Su mirada parecía extremadamente interesada en Link, y, lo más extraño era que
él también se sentía atraído por esa chica. Se preguntaba cuales eran sus verdaderos
sentimientos hacia Zelda
Pero hacía tan solo unos segundos los tenía clarísimos.
Sin embargo, cuando pensaba en los rosados labios de Zelda, podía ver los oscuros labios
de aquella chica, y al pensar en los rubios cabellos de la princesa, veía como se
convertían en finos y rizados cabellos color naranja
Al fin se volvió y pudo ver
la mirada de la muchacha directamente. Sus ojos se quedaron entrelazados, y de sus labios
brotaron las primeras palabras. Hola
¿Podría saber, si no es atrevimiento, como os
llamáis, hermosa rosa del desierto? Mi nombre es Meshda. ¿Y vos no seréis Link, el
legendario héroe? Sí, y si vos me buscabais, para mí es un placer serlo. Vuestros ojos
son aún más hermosos de lo que cuentan las leyendas, y vuestros cabellos más brillantes
que el astro rey. Es para mi un honor poder observarte y dirigirte la palabra.
Para mí también. Zelda observaba la escena con la boca abierta y el corazón
destrozado. ¿Cómo podía estar sucediendo aquello? ¿Y por qué? ¿Y quien era en
realidad aquella Meshda? Todo aquello era muy extraño. Demasiado. Además, ella conocía
a Link muy bien, y sabía que necesitaba tiempo para enamorarse de una chica, y que le
costaba mucho dirigirles la palabra porque sí. Y aún le costaba mucho más preguntarles
el nombre.
En definitiva, que si no era por estricta necesidad en una de sus aventuras era
realmente tímido con las chicas. Puede ser que fuera porque ya había demasiadas chicas
en Hyrule enamoradas de él, y que no le apetecía tener más problemas, ya que era un
chico pacífico y le gustaba tener la conciencia y el corazón tranquilos. Pero,
entonces
¿Por qué estaba sucediendo todo aquello? ¿No había comenzado todo al
mirar el espejo? ¿Y por qué aquella chica era de origen Gerudo? Estos pensamientos eran
los que le pasaban a Zelda por su mente acompañados de las lágrimas que comenzaban a
brotar de sus ojos, resbalando por sus mejillas aunque ella intentara detenerlas.
Pero le era imposible. Se sentía herida, muy herida. Y al ver a los otros dos
embobados, aún notaba más el dolor. Mientras, Link y Meshda seguían mirándose,
hablando sobre ellos, y, sin darse cuenta, habían comenzado a andar con destino al valle
Gerudo. Zelda, al ver aquello, decidió darse media vuelta y desaparecer por dónde había
venido. Volvió al castillo, y en la puerta se cruzó con Impa. ¿Y bien? ¿Tan rápido
habéis comido? No es eso Impa. Es que Link ha conocido a una hermosísima Gerudo y se ha
enamorado de ella. Y los dos se han ido andando hacia el vale Gerudo, sin ni siquiera
decírmelo a mí. Y lo más curioso es que Link parecía embobado, como si hubiera sido
víctima del hechizo del espejo. ¿Qué espejo? Un espejo de oro, con rubíes en la parte
superior en forma de la piedra del fuego, zafiros en la base con forma del zafiro de los
Zora y la esmeralda kokiri por la parte de detrás.
Extraño, parece un espejo de leyenda
Bueno, da igual. Supongo que así es
como debe ser. Impa, tú que te hiciste amiga de Nabooru
¿Sabes qué día del año
es el día en el cual las Gerudos aceptan a los hombres entre ellas? Pues no, la verdad es
que no. Pero si quieres me pasaré por allí y se lo preguntaré a Nabooru, ¿vale? Tú
espérame en la entrada al valle. E Impa y Zelda fueron montando a caballo hacia el valle.
Pero tan pronto como Impa desapareció en el desfiladero, Zelda se dio la vuelta y
se dirigió al lugar en el que Link había encontrado el espejo. Allí, en vez del espejo,
encontró una espada con el mango de oro y el signo del Triforce envuelto en llamas. La
tomó entre sus manos y al instante sintió que alguien estaba detrás de ella.
¿Quién
Quién eres tú? Mi nombre es Midgard. Y tú, o debería decir, vos, ¿sois
la princesa Zelda, la de los dorados cabellos? Así es. Me han hablado mucho de ti. Tú
eres, si no me equivoco, la prometida del legendario héroe del tiempo, ¿no? Lo era.
Bueno, la verdad es que no, pero era, o creía ser su mejor amiga. ¿Por qué creías
serlo? Vuestras hazañas juntos corren de boca en boca por todo el reino de Siddartha.
Puede ser, pero preferiría no hablar del tema. Por cierto
¿Sabes de quien es esta
espada? Sí, es la espada de mi padre. Te estarás preguntando por qué tiene el signo del
Triforce envuelto en llamas. Es una historia muy larga, y no me gusta contarla. ¿Por
qué? Digamos que no estoy muy orgulloso de mi padre. Pero sin embargo, esta espada debe
ser entregada a la persona adecuada después de la muerte de mi padre, y a eso es a lo que
he venido. La persona que la halle aquí tendida es la siguiente propietaria escogida por
el destino. Pero esa persona debe pasar una prueba. ¿Cuál? Si es la persona elegida, las
llamas que rodean el sagrado símbolo deberán arder realmente. ¿Quieres intentarlo?
Pero
yo no sé como utilizar una espada con destreza. Y si no lo intentas, nunca
sabrás si deberías haber aprendido. No pierdes nada. Zelda observó al muchacho en
silencio. Sus ojos brillaban esperando su respuesta.
Sin embargo, había algo que no le inspiraba demasiada confianza en ese chico. Pero
se sentía tan rabiosa
¿Por qué le había hecho eso Link? Tal vez así podrás
vengarte de ÉL por haberte hecho eso con ELLA, ¿No? Cómo
¿Cómo sabes eso tú?
La espada da poderes a quien la posee. Solo hay dos en el mundo; una es la mía, que es la
que debe pertenecer al heredero y la otra es la que debe de cambiar de familia si su
antiguo propietario muere antes de cumplir 50 años. Y ese es el caso de mi padre. Por eso
he venido aquí. Está bien
Con esta espada vengaré mi corazón
Zelda cogió
la espada entre sus manos, y comenzó a sentir calor. Realmente las llamas se movían. Por
fin he encontrado a la que debe de ser
la portadora de la espada. En realidad solo te he mentido en una cosa. Las dos espadas siempre deben
estar en la misma familia
Pero, entonces
Yo no puedo ser la elegida, ya que yo
no soy de tu familia
Todo en este mundo tiene solución. Zelda le miró
extrañada
¿Insinuaba algo? Perdona, creo que he ido demasiado lejos
No
pero yo también tengo un problema
Es que no he practicado mucho con la espada, solo
alguna vez con Link
bueno, solo alguna vez con alguien de palacio
que se ha
ido para siempre. No hay problema. Como te he dicho antes, todo en este mundo tiene
solución. Yo te enseñaré, y serás más hábil que las gerudos con el arco y la
cimitarra. Zelda sonrió y miró a Midgard. Le encantaban aquellos ojos verdes con su pelo
negro y brillante, y sus ropas tan
extrañas. Y le gustó que se hubiera ofrecido
para enseñarle a usar una espada. O al menos, para usarla con dignidad. Y, por qué no,
para usarla contra Link, que a cada instante odiaba más y más. Pero, hay otra
condición
debo enseñarte a usarla en secreto, nadie de este país debe saber que
existo una vez que haya encontrado propietario o propietaria para la espada
Y, si me
acompañas, podré enseñarte magia, cosa que te será más útil en la batalla, ya que si
pierdes la espada, podrás batallar con la magia y defender tu nombre y tu honor. De
acuerdo. ¡Se me olvidaba! ¡Impa! ¿Quién es Impa? Es mi protectora, ella deberá venir
con nosotros
nunca la abandonaría. ¿Tres? ¡Pero si tres son multitud! Además, no
sabrá dónde estás
no te habrá visto desde ayer por la noche y tú has
desaparecido. No hay problema. Sí que lo hay, porque en teoría debería estar
esperándola en la puerta de Gerudo Valley. Y no estoy allí. Bueno, entonces iremos
allí, tú te despides y adiós muy buenas. Le dices que vas a dar un paseo y que
volverás por la noche.
Sencillo. Sí
supongo que sí. Y así lo hicieron.
Zelda fue a despedirse de Impa, a la que dejó con la palabra en la boca de lo que había
ido a preguntar. Le dijo que se quedara con su caballo y que se lo llevara a las cuadras,
que volvería andando, y se fue con Midgard a una guarida secreta. Pasaron los días, y
Meshda era la comidilla del pueblo. Todo el mundo hablaba de ella, y la miraban de reojo
cuando pasaba por el mercado de Hyrule o se adentraba en el bosque Kokiri a buscar a su
nuevo amor, Link. Caminaban todos los días juntos por la pradera de Hyrule, embobados
como si no hubiera nada a su alrededor. Y a cada instante, se paraban para besarse delante
de cualquier cosa, sin importarles lo que la gente pudiera pensar de ellos. Pero un día
se encontraron con Impa, que lloraba desconsolada la desaparición de la princesa. Link,
debes ayudarme, por favor. La princesa ha desaparecido y no la vemos desde hace dos
semanas. Link, debes encontrarla, por favor. Yo no debo buscarla, ella se encontrará
solita. Conociéndola, seguro que se ha ido porque no podía soportar los celos. Siempre
ha sido una malcriada, y yo obedecía sus órdenes y sus jueguecitos como un imbécil.
Pero hoy las cosas van a cambiar. Desde que conocí a Meshda, mi vida ha cambiado
completamente. Y ya no me preocupa más lo que esa niñita pueda hacer
¡Link! No
puedes decir eso de Zelda. Sabes que ella te quiere, y si tú hubieras desaparecido seguro
que ella estaría buscándote, aunque tuviera que levantar la última roca solo con sus
manos. Link
Tú no eres así. Por un instante Link dudó sobre aquellas palabras.
¿Impa tenía razón? No, seguro que no. Además, él era enormemente feliz con Meshda, y
casi había olvidado a Zelda. Ya no le importaba para nada. Y puso una excusa cualquiera
para que Impa se apartara de su camino. Bueno
No era mi tipo. No sabía ni aguantar
una espada, y estoy seguro de que aún no sabe ni lo que es un escudo. Yo no estaría tan
seguro.- dijo una figura masculina, con el pelo negro y los ojos verdes.
Era Midgard.- Conozco a una amiga de Zelda que no consentiría que alguien dijera
eso de ella. ¿Ah sí? ¿Y quien eres tú? Soy Midgard, caballero de la noche. ¿Y quien
es esa amiga de Zelda? Seguro que no tiene valor para luchar. Link
creo que Midgard
tiene razón. No deberías subestimar lo que dicen los caballeros de la noche. Nunca
mienten, y menos en lo referente a luchas- intervino Meshda. Deberías escuchar a tu
amiga. Otra figura apareció. Esta vez era una muchacha vestida con ropa Gerudo, pero de
color negro, y con un antifaz que le cubría los ojos. Tenía el pelo rubio y recogido en
una coleta, y llevaba una espada enorme en sus manos. ¿Quieres luchar? ¿O el valiente
criticador tiene miedo? Por supuesto que lucharé. Y no perderé contigo
Pero antes
que nada
¿Quién eres? Si llevo un antifaz es para algo
¿No crees? Link
desenvainó su espada. Meshda, Impa y Midgard se alejaron un poco, sin saber como
reaccionar. Cada uno de sus rostros mostraba un sentimiento diferente. Midgard, el
orgullo; Impa, la desconfianza y Meshda, el miedo. La luz del sol hacía brillar las
espadas. Y por más buenas que eran las estocadas, la chica las esquivaba todas y cada una
de ellas sin el menor problema. Las espadas chocaban entre sí, y armaban un estruendo
ensordecedor. Link consiguió herir a la chica en el brazo, con un corte poco profundo,
pero que sangraba mucho. Entonces, ella, furiosa, se abalanzó sobre él y lo tiró al
suelo. Y cogiendo la espada del héroe con las manos por la hoja, la tiró a poca
distancia. Cuando Link intentó alcanzarla, la espada comenzó a flotar, y luego, cuando
la tuvo entre sus manos, a arder. Link miró los ojos de la muchacha que le tenía contra
el suelo con todas sus fuerzas y casi lo asfixiaba con sus piernas. Los ojos de la
muchacha se habían vuelto llamas, y Link no tuvo más remedio que soltar la espada, pues
quemaba demasiado. La chica se quitó el antifaz y le dijo: Nunca critiques a una
princesa.
¿Zelda?
Pero
como
Me has hecho daño, Link. Y me has
criticado a mis espaldas. Pero la princesa del destino lo ve todo, ¿recuerdas? Tiene
profecías que no sirven para nada, ya que el buen héroe que salva a Hyrule gracias a la
confianza de una niñita y de sus jueguecitos luego olvida por completo lo que es la
amistad, y llega a los extremos de llamar a su mejor amiga malcriada. Pues bien, mi
amor
Gracias a Midgard, he aprendido lo que de verdad debo hacer. Y es luchar contra ti,
no descansar hasta que mueras, y arrebatarte toda la gloria que has tenido gracias a mi.
¿Quieres decirle unas últimas palabras a alguno de los presentes? Midgard
¿Por
qué? Bueno, Link
Tú mataste a mi padre, ¿recuerdas? Si no hubieras detenido su
caballo, tal vez hubiera podido alcanzar a Zelda y a Impa, y ahora no tendrías a tu
princesita encima de ti a punto de matarte. Y si tampoco la hubieras rescatado de la
fortaleza de mi padre, el gran Ganondorf, tampoco estaría sucediendo esto. Pero
Link
Te has equivocado. Tu padre es
¿Ganondorf?- Preguntó Zelda.- ¿Todo
esto ha sido para separarme de Link y ponerme en su contra para que tu padre pueda
vengarse? Sí, princesa. Pensé que te darías cuenta antes.
Ah, y por si te lo estás preguntando, Meshda es mi hermana. También formaba parte
de nuestro plan. Zelda se enfureció. Sintió tanto dolor en su interior
Se levantó
y miró fijamente a Midgard. Y luego, con un rápido movimiento, utilizó la propia magia
de Midgard para enviarle al otro lado, al lado oscuro, junto con su padre. Y lo mismo hizo
con Meshda. Luego, tendió la mano a Link y le pidió disculpas.
Él también se dio cuenta de que había sido utilizado, y, agradeciendo a Zelda
que hubiera recobrado el sentido de la justicia que la caracterizaba, la tomó entre sus
brazos y la besó. Y no fue menos la alegría de Impa, que por fin encontró a los dos
amigos de antes, ahora mucho más unidos.
FIN
Dedicada al Staff de la web de z64e, la
mejor web habida y por haber de toda la red de Zelda en español. Y en especial a Ploter
por acogerme en el Staff y a Stephy por ayudarme a encontrar mi imagen.
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