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"LA VENGANZA DE GANONDORF"
por Dark Princess Zelda

Hola Zelda. ¿Lista para nuestra comida en el lago? … No. Eh… ¡Me muero de ganas de comer contigo! … “Link, pareces una vaca.”. ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh!- Link se paseaba en el pasillo esperando a Zelda. -¿Llegará de una vez? ¿Cómo puedo estar tan nervioso? ¿Qué me pasa? ¡Tranquilidad! Tienes que tranquilizarte porque ella estará tranquila… ¡IMPAAAA! Impa, no se lo puedo decir. ¿¡¿ Cómo quieres que le diga que he visto a Ganondorf en mis sueños?!? Se lo va a tomar como una profecía. ¿Y si es una profecía? ¡No había pensado que podría ser una profecía! Tranquilízate, Zelda. No se lo digas hoy. Díselo mañana, o cuando acabes de comer… Ya verás como solo es un sueño… Sí, ya, como aquel de que una figurita verde seguida de un hada iba a salvar Hyrule, ¿¿¿no? Bueno… no sé. ¡¡Pero yo de ti iría a, o se va a ir sin ti!! Al fin Zelda salió de su habitación, y los dos amigos se decidieron a salir a dar una vuelta andando hacia el lago.

Pero, por el camino, Link pisó algo metálico, y cuando bajó la mirada, observó que era un espejo. Lo tomó entre sus manos y lo observó detenidamente. Al instante, sintió como si algo en su interior cambiase, como si le diera un vuelco el corazón. Extrañado, lo volvió a mirar, y reflejada vio a una hermosa muchacha, que podría haber sido de origen Gerudo, ya que tenía los cabellos naranjas como el sol cuando desaparece y la piel morena como la tierra. Pero ésta tenía algo distinto… A parte de unos hermosísimos ojos azules.

Su mirada parecía extremadamente interesada en Link, y, lo más extraño era que él también se sentía atraído por esa chica. Se preguntaba cuales eran sus verdaderos sentimientos hacia Zelda… Pero hacía tan solo unos segundos los tenía clarísimos. Sin embargo, cuando pensaba en los rosados labios de Zelda, podía ver los oscuros labios de aquella chica, y al pensar en los rubios cabellos de la princesa, veía como se convertían en finos y rizados cabellos color naranja… Al fin se volvió y pudo ver la mirada de la muchacha directamente. Sus ojos se quedaron entrelazados, y de sus labios brotaron las primeras palabras. Hola… ¿Podría saber, si no es atrevimiento, como os llamáis, hermosa rosa del desierto? Mi nombre es Meshda. ¿Y vos no seréis Link, el legendario héroe? Sí, y si vos me buscabais, para mí es un placer serlo. Vuestros ojos son aún más hermosos de lo que cuentan las leyendas, y vuestros cabellos más brillantes que el astro rey. Es para mi un honor poder observarte y dirigirte la palabra.

Para mí también. Zelda observaba la escena con la boca abierta y el corazón destrozado. ¿Cómo podía estar sucediendo aquello? ¿Y por qué? ¿Y quien era en realidad aquella Meshda? Todo aquello era muy extraño. Demasiado. Además, ella conocía a Link muy bien, y sabía que necesitaba tiempo para enamorarse de una chica, y que le costaba mucho dirigirles la palabra porque sí. Y aún le costaba mucho más preguntarles el nombre.
En definitiva, que si no era por estricta necesidad en una de sus aventuras era realmente tímido con las chicas. Puede ser que fuera porque ya había demasiadas chicas en Hyrule enamoradas de él, y que no le apetecía tener más problemas, ya que era un chico pacífico y le gustaba tener la conciencia y el corazón tranquilos. Pero, entonces… ¿Por qué estaba sucediendo todo aquello? ¿No había comenzado todo al mirar el espejo? ¿Y por qué aquella chica era de origen Gerudo? Estos pensamientos eran los que le pasaban a Zelda por su mente acompañados de las lágrimas que comenzaban a brotar de sus ojos, resbalando por sus mejillas aunque ella intentara detenerlas.

Pero le era imposible. Se sentía herida, muy herida. Y al ver a los otros dos embobados, aún notaba más el dolor. Mientras, Link y Meshda seguían mirándose, hablando sobre ellos, y, sin darse cuenta, habían comenzado a andar con destino al valle Gerudo. Zelda, al ver aquello, decidió darse media vuelta y desaparecer por dónde había venido. Volvió al castillo, y en la puerta se cruzó con Impa. ¿Y bien? ¿Tan rápido habéis comido? No es eso Impa. Es que Link ha conocido a una hermosísima Gerudo y se ha enamorado de ella. Y los dos se han ido andando hacia el vale Gerudo, sin ni siquiera decírmelo a mí. Y lo más curioso es que Link parecía embobado, como si hubiera sido víctima del hechizo del espejo. ¿Qué espejo? Un espejo de oro, con rubíes en la parte superior en forma de la piedra del fuego, zafiros en la base con forma del zafiro de los Zora y la esmeralda kokiri por la parte de detrás.

Extraño, parece un espejo de leyenda… Bueno, da igual. Supongo que así es como debe ser. Impa, tú que te hiciste amiga de Nabooru… ¿Sabes qué día del año es el día en el cual las Gerudos aceptan a los hombres entre ellas? Pues no, la verdad es que no. Pero si quieres me pasaré por allí y se lo preguntaré a Nabooru, ¿vale? Tú espérame en la entrada al valle. E Impa y Zelda fueron montando a caballo hacia el valle.

Pero tan pronto como Impa desapareció en el desfiladero, Zelda se dio la vuelta y se dirigió al lugar en el que Link había encontrado el espejo. Allí, en vez del espejo, encontró una espada con el mango de oro y el signo del Triforce envuelto en llamas. La tomó entre sus manos y al instante sintió que alguien estaba detrás de ella. ¿Quién… Quién eres tú? Mi nombre es Midgard. Y tú, o debería decir, vos, ¿sois la princesa Zelda, la de los dorados cabellos? Así es. Me han hablado mucho de ti. Tú eres, si no me equivoco, la prometida del legendario héroe del tiempo, ¿no? Lo era. Bueno, la verdad es que no, pero era, o creía ser su mejor amiga. ¿Por qué creías serlo? Vuestras hazañas juntos corren de boca en boca por todo el reino de Siddartha. Puede ser, pero preferiría no hablar del tema. Por cierto… ¿Sabes de quien es esta espada? Sí, es la espada de mi padre. Te estarás preguntando por qué tiene el signo del Triforce envuelto en llamas. Es una historia muy larga, y no me gusta contarla. ¿Por qué? Digamos que no estoy muy orgulloso de mi padre. Pero sin embargo, esta espada debe ser entregada a la persona adecuada después de la muerte de mi padre, y a eso es a lo que he venido. La persona que la halle aquí tendida es la siguiente propietaria escogida por el destino. Pero esa persona debe pasar una prueba. ¿Cuál? Si es la persona elegida, las llamas que rodean el sagrado símbolo deberán arder realmente. ¿Quieres intentarlo? Pero… yo no sé como utilizar una espada con destreza. Y si no lo intentas, nunca sabrás si deberías haber aprendido. No pierdes nada. Zelda observó al muchacho en silencio. Sus ojos brillaban esperando su respuesta.

Sin embargo, había algo que no le inspiraba demasiada confianza en ese chico. Pero se sentía tan rabiosa… ¿Por qué le había hecho eso Link? Tal vez así podrás vengarte de ÉL por haberte hecho eso con ELLA, ¿No? Cómo… ¿Cómo sabes eso tú? La espada da poderes a quien la posee. Solo hay dos en el mundo; una es la mía, que es la que debe pertenecer al heredero y la otra es la que debe de cambiar de familia si su antiguo propietario muere antes de cumplir 50 años. Y ese es el caso de mi padre. Por eso he venido aquí. Está bien… Con esta espada vengaré mi corazón… Zelda cogió la espada entre sus manos, y comenzó a sentir calor. Realmente las llamas se movían. Por fin he encontrado a la que debe de ser… la portadora de la espada.

En realidad solo te he mentido en una cosa. Las dos espadas siempre deben estar en la misma familia… Pero, entonces… Yo no puedo ser la elegida, ya que yo no soy de tu familia… Todo en este mundo tiene solución. Zelda le miró extrañada… ¿Insinuaba algo? Perdona, creo que he ido demasiado lejos… No… pero yo también tengo un problema… Es que no he practicado mucho con la espada, solo alguna vez con Link… bueno, solo alguna vez con alguien de palacio… que se ha ido para siempre. No hay problema. Como te he dicho antes, todo en este mundo tiene solución. Yo te enseñaré, y serás más hábil que las gerudos con el arco y la cimitarra. Zelda sonrió y miró a Midgard. Le encantaban aquellos ojos verdes con su pelo negro y brillante, y sus ropas tan… extrañas. Y le gustó que se hubiera ofrecido para enseñarle a usar una espada. O al menos, para usarla con dignidad. Y, por qué no, para usarla contra Link, que a cada instante odiaba más y más. Pero, hay otra condición… debo enseñarte a usarla en secreto, nadie de este país debe saber que existo una vez que haya encontrado propietario o propietaria para la espada… Y, si me acompañas, podré enseñarte magia, cosa que te será más útil en la batalla, ya que si pierdes la espada, podrás batallar con la magia y defender tu nombre y tu honor. De acuerdo. ¡Se me olvidaba! ¡Impa! ¿Quién es Impa? Es mi protectora, ella deberá venir con nosotros… nunca la abandonaría. ¿Tres? ¡Pero si tres son multitud! Además, no sabrá dónde estás… no te habrá visto desde ayer por la noche y tú has desaparecido. No hay problema. Sí que lo hay, porque en teoría debería estar esperándola en la puerta de Gerudo Valley. Y no estoy allí. Bueno, entonces iremos allí, tú te despides y adiós muy buenas. Le dices que vas a dar un paseo y que volverás por la noche.

Sencillo. Sí… supongo que sí. Y así lo hicieron. Zelda fue a despedirse de Impa, a la que dejó con la palabra en la boca de lo que había ido a preguntar. Le dijo que se quedara con su caballo y que se lo llevara a las cuadras, que volvería andando, y se fue con Midgard a una guarida secreta. Pasaron los días, y Meshda era la comidilla del pueblo. Todo el mundo hablaba de ella, y la miraban de reojo cuando pasaba por el mercado de Hyrule o se adentraba en el bosque Kokiri a buscar a su nuevo amor, Link. Caminaban todos los días juntos por la pradera de Hyrule, embobados como si no hubiera nada a su alrededor. Y a cada instante, se paraban para besarse delante de cualquier cosa, sin importarles lo que la gente pudiera pensar de ellos. Pero un día se encontraron con Impa, que lloraba desconsolada la desaparición de la princesa. Link, debes ayudarme, por favor. La princesa ha desaparecido y no la vemos desde hace dos semanas. Link, debes encontrarla, por favor. Yo no debo buscarla, ella se encontrará solita. Conociéndola, seguro que se ha ido porque no podía soportar los celos. Siempre ha sido una malcriada, y yo obedecía sus órdenes y sus jueguecitos como un imbécil. Pero hoy las cosas van a cambiar. Desde que conocí a Meshda, mi vida ha cambiado completamente. Y ya no me preocupa más lo que esa niñita pueda hacer… ¡Link! No puedes decir eso de Zelda. Sabes que ella te quiere, y si tú hubieras desaparecido seguro que ella estaría buscándote, aunque tuviera que levantar la última roca solo con sus manos. Link… Tú no eres así. Por un instante Link dudó sobre aquellas palabras. ¿Impa tenía razón? No, seguro que no. Además, él era enormemente feliz con Meshda, y casi había olvidado a Zelda. Ya no le importaba para nada. Y puso una excusa cualquiera para que Impa se apartara de su camino. Bueno… No era mi tipo. No sabía ni aguantar una espada, y estoy seguro de que aún no sabe ni lo que es un escudo. Yo no estaría tan seguro.- dijo una figura masculina, con el pelo negro y los ojos verdes.
Era Midgard.- Conozco a una amiga de Zelda que no consentiría que alguien dijera eso de ella. ¿Ah sí? ¿Y quien eres tú? Soy Midgard, caballero de la noche. ¿Y quien es esa amiga de Zelda? Seguro que no tiene valor para luchar. Link… creo que Midgard tiene razón. No deberías subestimar lo que dicen los caballeros de la noche. Nunca mienten, y menos en lo referente a luchas- intervino Meshda. Deberías escuchar a tu amiga. Otra figura apareció. Esta vez era una muchacha vestida con ropa Gerudo, pero de color negro, y con un antifaz que le cubría los ojos. Tenía el pelo rubio y recogido en una coleta, y llevaba una espada enorme en sus manos. ¿Quieres luchar? ¿O el valiente criticador tiene miedo? Por supuesto que lucharé. Y no perderé contigo… Pero antes que nada… ¿Quién eres? Si llevo un antifaz es para algo… ¿No crees? Link desenvainó su espada. Meshda, Impa y Midgard se alejaron un poco, sin saber como reaccionar. Cada uno de sus rostros mostraba un sentimiento diferente. Midgard, el orgullo; Impa, la desconfianza y Meshda, el miedo. La luz del sol hacía brillar las espadas. Y por más buenas que eran las estocadas, la chica las esquivaba todas y cada una de ellas sin el menor problema. Las espadas chocaban entre sí, y armaban un estruendo ensordecedor. Link consiguió herir a la chica en el brazo, con un corte poco profundo, pero que sangraba mucho. Entonces, ella, furiosa, se abalanzó sobre él y lo tiró al suelo. Y cogiendo la espada del héroe con las manos por la hoja, la tiró a poca distancia. Cuando Link intentó alcanzarla, la espada comenzó a flotar, y luego, cuando la tuvo entre sus manos, a arder. Link miró los ojos de la muchacha que le tenía contra el suelo con todas sus fuerzas y casi lo asfixiaba con sus piernas. Los ojos de la muchacha se habían vuelto llamas, y Link no tuvo más remedio que soltar la espada, pues quemaba demasiado. La chica se quitó el antifaz y le dijo: Nunca critiques a una princesa. …¿Zelda?… Pero… como… Me has hecho daño, Link. Y me has criticado a mis espaldas. Pero la princesa del destino lo ve todo, ¿recuerdas? Tiene profecías que no sirven para nada, ya que el buen héroe que salva a Hyrule gracias a la confianza de una niñita y de sus jueguecitos luego olvida por completo lo que es la amistad, y llega a los extremos de llamar a su mejor amiga malcriada. Pues bien, mi amor…
Gracias a Midgard, he aprendido lo que de verdad debo hacer. Y es luchar contra ti, no descansar hasta que mueras, y arrebatarte toda la gloria que has tenido gracias a mi. ¿Quieres decirle unas últimas palabras a alguno de los presentes? Midgard… ¿Por qué? Bueno, Link… Tú mataste a mi padre, ¿recuerdas? Si no hubieras detenido su caballo, tal vez hubiera podido alcanzar a Zelda y a Impa, y ahora no tendrías a tu princesita encima de ti a punto de matarte. Y si tampoco la hubieras rescatado de la fortaleza de mi padre, el gran Ganondorf, tampoco estaría sucediendo esto. Pero Link… Te has equivocado. Tu padre es… ¿Ganondorf?- Preguntó Zelda.- ¿Todo esto ha sido para separarme de Link y ponerme en su contra para que tu padre pueda vengarse? Sí, princesa. Pensé que te darías cuenta antes.
Ah, y por si te lo estás preguntando, Meshda es mi hermana. También formaba parte de nuestro plan. Zelda se enfureció. Sintió tanto dolor en su interior… Se levantó y miró fijamente a Midgard. Y luego, con un rápido movimiento, utilizó la propia magia de Midgard para enviarle al otro lado, al lado oscuro, junto con su padre. Y lo mismo hizo con Meshda. Luego, tendió la mano a Link y le pidió disculpas.

Él también se dio cuenta de que había sido utilizado, y, agradeciendo a Zelda que hubiera recobrado el sentido de la justicia que la caracterizaba, la tomó entre sus brazos y la besó. Y no fue menos la alegría de Impa, que por fin encontró a los dos amigos de antes, ahora mucho más unidos.

FIN

 

Dedicada al Staff de la web de z64e, la mejor web habida y por haber de toda la red de Zelda en español. Y en especial a Ploter por acogerme en el Staff y a Stephy por ayudarme a encontrar mi imagen.

Zelda